De vez en cuando la vida ...
... se ofrece al lente de mi cámara y deposita en mi mirada de fotógrafo sus sitios, sus humanidades, sus emociones y algunos de sus secretos. Y cuando mi cámara los captura, los vuelve eternos en una imagen que desafía lo efímero de una vida que cambia a cada instante; lo que ya no existe, lo que ha desaparecido o se ha desvanecido del mundo real, continúa aún allí y está vivo.
La imagen ya no impresiona el lente de una cámara, sino el alma de quien la mira o ha trabajado sobre ella. Ahora, cuando contemplo mis fotos fijadas en el papel y en un marco veo que renace la luz que las alumbró; yo tampoco soy el mismo que las tomó en lugares y momentos distantes, pero sé que algo permanece.
La mirada devota de un niño budista, las arrugas de un viejo nepalés, los rituales junto al Ganges, las colinas de la Toscana lejanas en la niebla, una mujer enfundada en su niqab que sube a la mezquita, un pequeño monje budista barriendo el templo en Laos, algunos niños de aquí y de allá con sus ojos intensos, son algunos de los momentos en los que la vida, como cantaba Joan Manuel, me besa en la boca.
Ahora están aquí para que la vida, tal vez, tome contigo café.
Julio Virgolini